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Nuestra Historia

 

Era un hermoso domingo de la Navidad de 1990, el Padre Manuel C. Olmo se disponía a oficiar la Santa Eucaristía cuando sonó el teléfono en la pequeña iglesia de Santa Hilda, en Cupey Bajo.  Dado que iba un poco apresurado, el diacono fue quien contestó la llamada.  Al otro lado del auricular, una persona que quiso permanecer en el anonimato, le dio una noticia que lo estremeció de pies a cabeza.  Un niño del Centro de Cuidado Diurno de Santa Hilda tenía SIDA.  Con este evento se inició una nueva revolución de amor y el despertar a un nuevo estado de conciencia.

 

El Centro de Cuidado Diurno Santa Hilda, administrado por la Iglesia Episcopal, había iniciado operaciones a finales de la década de 1980 y su misión era ofrecer un servicio de calidad de cuidado diurno, al menor costo posible.  Se atendían niños desde dos meses hasta cinco años, principalmente de la clase media trabajadora.  Para el 1990 el centro tenía una matrícula llena a capacidad, un personal bien adiestrado y acoplado. 

 

El lunes siguiente, el Padre Olmo se reunió con la entonces directora del Centro, a discutir la situación y a tratar de investigar cuan cierta o no era la información recibida.  Luego de una investigación resultó que la madre y el padre del niño también tenían SIDA. 

     

El Centro de Cuido Diurno tenía el deseo de hacer algo beneficioso para el niño. Sin embargo, el desconocimiento y los estigmas sociales del momento hacía que la gente no entendiera la necesidad real de esta población. Muchos padres no estaban dispuestos a integrar a sus hijos con niños y niñas HIV+/SIDA.  Incluso, se sabía que estarían dispuestos a llevárselos del Centro de Cuidado si se enteraban que había alguien con SIDA.

    

La madre del niño con SIDA decidió llevarse el niño del Centro para dejar el espacio abierto a los demás niños y niñas del Centro de Cuidado.  El Padre Olmo se quedó con una espinita en el alma y afirmó lo siguiente: “yo acepté la decisión de la señora con un gran sentimiento de culpa”.  Comprendió que no había hecho lo que Jesús hubiera hecho: tratar en forma preferencial al más marginado, al más rechazado.  Mi preocupación era tan grande que me llevó a estructurar un programa de servicios para aquellas familias y otras en la misma condición”.

    

El Padre Olmo se reunió con Marisa Blay, hermana de un feligrés de Santa Hilda y fundadora del Proyecto Amor, un albergue para niños maltratados que padecían de SIDA.  La señora Blay fue una guía para llevar a cabo nuestro objetivo de transformar totalmente nuestro Centro de Cuidado.

  

Un año después el 19 de diciembre de 1991, el Padre Olmo y la señorita Betty Rivera, la nueva directora del Centro anunciaron en una reunión para los padres y personal del Centro que el Padre Olmo había sometido dos propuestas a la Iglesia Episcopal de Puerto Rico.  Una de ellas había sido aprobada, la creación de los Servicios Sociales Episcopales junto al Obispo David Álvarez y otros miembros de la Iglesia Episcopal. La otra, acababa de ser aprobada: la apertura en febrero de 1992 en Santa Hilda, del primer Centro Cuidado Diurno para niños y niñas con SIDA en todo Puerto Rico.  Los padres del Centro de Cuidado decidieron llevarse a sus hijos e hijas de manera voluntaria ya que no estaban dispuestos a integrarlos con niños y niñas VIH+/SIDA. Además, la mayoría de los empleados renunciaron excepto las encargadas de la cocina y de la limpieza. Este fue el inicio de un nuevo movimiento de acción cristiana que tenía como misión primordial promover el desarrollo integral de personas, grupos y comunidades para crear las condiciones que permitieran a las personas alcanzar su autorealización para el bienestar común.

 

Para esta gran comisión se unió el Padre Efraín Ayala Medina un trabajador social de profesión y vocación que le impartió a la Institución un alto sentido de compromiso y servicio. Su liderazgo y visión fue crucial para el desarrollo de los proyectos y programas de la institución. Ya para mediados de febrero llegó el primer grupo de niños.  Para verano se había llenado el Centro (con capacidad máxima para 35 niños), que además de estrenar matricula, estrenó nombre.  Desde enero del año 1992 se le llamó Centro de Cuidado Diurno Pediátrico Santa Hilda, administrado por Servicios Sociales Episcopales.

 

Ante la gran epidemia del HIV+/SIDA muchas personas morían por esta enfermedad. Muchos niños y niñas nacían infectados con el virus, pero a causa de la muerte de sus padres se quedaban desamparados. Por lo tanto, el Padre Efraín Ayala y la señora Evelyn Romero se dieron a la tarea de fundar un hogar para niños con el virus del HIV. Así que, para el mes de abril del 1994, abrió sus puertas el Hogar Albergue San Miguel en las instalaciones de la Casa San Miguel de la Iglesia Episcopal Puertorriqueña en Ponce.

 

Posteriormente se abrieron Centros de Cuidado Diurno Pediátrico en Vieques, Carolina, Ponce y San Juan. El último de estos se abrió en Trujillo Alto para el año 1997.

 

Desde 1993 hasta el 1995 se administró el Hogar Enlace Gualí de jóvenes transgresores de la Administración de Instituciones Juveniles.

 

En el 1996 se crearon los Centros de Prevención Proactiva para jóvenes con conductas de alto riesgo, que presentaban problemas de deserción escolar, embarazos a temprana edad, problemas de conducta y adicción a drogas. Estos centros tenían como propósito principal promover la reducción de conductas de riesgo en jóvenes de ambos sexos entre las edades de 11 a 19 años.  Estas actividades se realizaban en Vieques, Loiza, Yabucoa, Dorado y Trujillo Alto.

 

Para el 1996, se inició el primer campamento de verano que promovía la inclusión de niños y niñas con diversas condiciones de salud en Trujillo Alto. Este campamento se denominó Camp PROA XXI. El mismo inició con una matrícula de 42 campistas. Después del año 2000 se atendían a más de 500 niños y niñas durante los dos meses de verano.  

 

Para el año 2003 se estableció la Red de Apoyo la cual promovía a través de los Centros de Cuidado un componente de salud y seguridad, nutrición, trabajo social y educación para la niñez temprana. Dichos servicios se caracterizaban por la integración de un enfoque de intervención temprana con el fin de fomentar el desarrollo holístico de la población atendida.

 

En el año 2004 el Padre Rafael Malavé asume las riendas de Servicios Sociales Episcopales. Para el año 2006 la señora Lydia Figueroa se convierte en Directora Ejecutiva de la Institución. Durante su incumbencia se desarrollaron múltiples proyectos entre ellos: "Canciones de Cuna" que ofrecía talleres de prevención de embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, sexo seguro entre otros. También se desarrolló el Proyecto de Intervención Terapéutica (PIT).  Este proyecto ofrecía servicios de trabajo social, evaluaciones de habla y lenguaje, evaluaciones psicológicas y evaluaciones ocupacionales a niños y niñas en edad temprana.  

 

Para el año 2012 asume la dirección de la Institución la señora Zoraida Ramos Ayala. Bajo su administración se les dio continuidad a los proyectos de Centros de Cuidado y Desarrollo Integral ubicados en Trujillo Alto y Ponce. Además, para el 9 de junio de 2017 se reubicaron las instalaciones del Hogar San Miguel a unas modernas dentro de las instalaciones del Hospital Episcopal San Lucas. Este esfuerzo fue posible gracias a la ayuda de la Iglesia Episcopal Puertorriqueña, el Sistema de Salud Episcopal San Lucas, Maestros Cares Foundation entre otros. El Obispo Rafael Morales las inauguró el 3 de agosto de 2017.

Parte de la información fue tomada del artículo publicado por el Periódico El Nuevo Día el lunes 17 de octubre de 1994.

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